Adios Garitano

Una semana ha durado. Adujo motivos personales, pero puede haber dos causas: por un lado, los contactos con Irureta para contratarlo como entrenador para la temporada que viene, por otro lado, como no, el majo de D'Alessandro.

A este último, ni lo quería Garitano ni lo quiere la afición (miento, un saludo para el chico situado en la fila posterior a la mía, que no se porqué siempre lo defiende), pero claro, a Agapito le cae bien y se lleva bien con él; solución: no echarlo, que para eso pone Agapito el dinero.

Y lo que está pasando es que el Zaragoza parece más un equipo familiar, y no porque al fútbol vayan el niño, los padres y el abuelo. No. Parece familiar porque son los señores Bandrés e Iglesias (Agapito, no Marcelino, que este segundo cumple muy bien con sus funciones, y esta vez no lo digo con ironía) los que mueven todo el cotarro, deciden hacer y deshacer sin tener en cuenta el interés de los aficionados.

Pues nada, que sigan a lo suyo, aunque en mala hora el señor Bandrés dejó la política (que así por lo menos no daba tanto mal) y el señor Iglesias dejó lo que estuviese haciendo (que poco más me da lo que fuese).